Hace 13 años (en el 2009), cuando todavía era científica, decidí hacer un curso de coaching (por placer, sin intención profesional) y me encontré pensando:
Oye, ¿y si tuviera mi propio negocio?
Esto me encanta, se me da bien y me encantaría ayudar a la gente a encontrar su camino y tomar decisiones.
Sería genial ser mi propia jefa, tener libertad y flexibilidad pero… ¿Dejar la ciencia? Es mi vocación. Me sigue encantando. ¿Y si me arrepiento?
¿Cómo dejas algo que te encanta para hacer otra cosa que también te encanta?
Porque se habla muchas veces de dejar tu trabajo cuando no estás bien o no te gusta, pero ¿qué pasa cuando sí estás bien pero te ha surgido otro interés?
Sigue leyendo… En este caso te recomiendo escucharlo porque profundizo algo más que en el texto.
>Escucha el audio aquí –> 12 cosas que me diría a mí misma si volviera a dejar la ciencia.
Contraté a una coach para ayudarme a tomar la decisión porque estaba totalmente bloqueada. Angustiada, agobiada. Ya no podía darle más vueltas.
Y en el proceso descubrí algo más.
Algo que les ha pasado a todos los científicos con los que he trabajado después, que querían dejar la ciencia o la ciencia «académica» y seguir otros caminos.
Resulta que te sientes un completo fracaso. Mediocre. Que en realidad es que no vales para científica y por eso lo dejas.
Es alucinante esta creencia entre científicos. No dejas la ciencia porque quieres, la dejas porque no vales.
Esa es una «verdad» no dicha entre científicos y todos los científicos lo «sabemos».
¿Dejas la ciencia? Es porque no vales. Y punto.
Obviamente no es verdad, pero tú te lo crees.
Y se me juntó con el miedo a no ser buena coach “tampoco”. Se lo conté a mi coach y ella, sorprendida, me dijo: ¿Sabes lo que yo veo, Aida?
Y yo, con miedo: ¿Qué?
Ella: «A woman who is brilliant enough to be a great scientist and a great coach».
Me quedé sin habla. En ese momento era incapaz de verlo así, de verme así. Y cómo cambia la cosa cuando lo ves así. Cómo cambia.
Nunca estuve segura del todo de qué decisión tomar, pero en ese momento me atraía mucho probar algo nuevo, tan distinto, que me ilusionaba mucho.
Ya sabes cómo acabó todo: salté.
13 años después sigo aquí (y además he añadido el doblaje).
Si pudiera volver atrás…
Me diría que quizá podría haberlo combinado, como alguno de mis clientes. O quizá no. A veces un cambio requiere tanta energía que prefieres centrarte en una sola cosa.
Me diría que no es un crimen cambiar de carrera. No eres mediocre, un fracaso o peor por hacerlo.
Que iba a pasar un duelo, una pérdida de identidad y grande, además (en este post te dejo un audio hablando sobre eso).
Que siempre iba a echar de menos la ciencia pero que nunca me arrepentiría de la decisión.
Que echar algo de menos no implica que te hayas equivocado.
Que probar merece la pena. Y quedarse puede merecerla también.
Que probablemente habría sido feliz con la opción de quedarme también.
Que no hay una sola opción buena.
Que muchas veces no puedes estar segura al 100%.
Que sin estar segura del todo puedes tomar una decisión y que sea buena.
Que puedes ser buena en muchas cosas.
Que puedes dejar la ciencia por mil razones y que ninguna sea que no vales para eso.
Todo eso me habría gustado saber en ese momento, porque es difícil, muy difícil, verlo cuando estás dentro.
¿Cuál de ellas te ayuda más ahora mismo?
Mi coach marcó un antes y un después para mí. Quizá yo pueda marcarlo para ti también.
Con mi programa «Qué hacer cuando no sabes qué hacer» te conocerás tan bien que tomar la decisión será más fácil y te costará menos tiempo.
Si prefieres trabajar conmigo en sesiones para ayudarte a decidir tu siguiente paso sin que tengas que sentirte un fracaso, escríbeme y me cuentas. Si veo que encajamos estaré encantada de ayudarte a ver las cosas de otra manera que te permita hacer los cambios también de otra manera.
No es necesario pasarlo tan mal. Tú me entiendes.